La profesionalización en la salud mental (y en el mindfulness-atención plena)

En esta ocasión he decidido escribir acerca de un tema que considero sumamente importante, no sólo para los profesionales de la salud mental, sino sobre todo para los clientes, pacientes o usuarios de estos servicios.

Debido a que me dedico, entre otras cosas, a impartir cursos sobre diversos temas relacionados con la salud mental y organizacional en general (entre ellos el estrés, por supuesto), he tenido la oportunidad de convivir con muchos colegas que se dedican a ofrecer servicios del mismo tipo. En muchas ocasiones me he encontrado con colegas que ofrecen servicios de altísima calidad, respaldados ya sea por muchos años de experiencia y/o por una gran cantidad de estudio y preparación. No es difícil de entender que los clientes de estos colegas tienden a sentirse satisfechos con los servicios que reciben. Sin embargo, también he conocido a personas que, ya sea por inocencia o por falta de ética (me inclino más por la segunda opción), ofrecen servicios de salud mental (psicoterapia, talleres, cursos, etc.), anunciándose como “profesionales” sin tener las credenciales necesarias y suficientes para intervenir en grupos o con personas. Uno de los principales argumentos que he escuchado en este sentido, es que dichas personas tienen “mucha experiencia personal”, o “muchos años invertidos en su proceso de desarrollo personal”, y aunque dichos atributos son, desde mi punto de vista, muy deseables e incluso indispensables para quien quiera aventurarse en este oficio, estoy convencido de que no son suficientes. Pensar que tener experiencia con la gente o muchos años en terapia es suficiente para tratar a la gente equivaldría a decir que una persona que tiene muchos años manejando un carro está capacitada para arreglarlo. Piensa por un momento si te gustaría que una persona así arreglara tu carro.

Desgraciadamente en nuestro pais no existe ninguna instancia que regule el ejercicio de la salud mental de una manera seria y sistemática, lo cual permite que cualquier persona que haya tomado un curso de pocas horas pueda anunciarse como “psicoterapeuta” o “tallerista”, etc. No podemos perder de vista que estas gentes atienden a personas u organizaciones que en muchas ocasiones están desesperadas por encontrar alguna solución al problema que les aqueja (hay que recordar que los problemas no sólo son personales, las empresas tienen problemas “organizacionales”), lo cual ocasiona que los clientes sean “engatuzados” a contratar servicios de dudosa reputación, efectividad y validez. En este sentido, no quiero demeritar el trabajo de algunas personas, que a pesar de no tener título de psicólogo o médico, hacen un excelente trabajo. Lo que trato de decir es que si queremos avanzar en cuanto al nivel de calidad, prestigio y credibilidad de los servicios de salud mental en general, no podemos seguir basando nuestras intervenciones en esquemas y propuestas hechas por gente que no tiene preparación ni experiencia suficiente.

 

Atentamente

Psic. Eric López Maya

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