Obsérvate con atención y gentileza
Comúnmente buscamos estar más atentos a quienes nos rodean pero ¿y qué pasa con nosotros mismos? Para poder relacionarnos con los demás de mejor forma, es necesario empezar a trabajar con nosotros mismos. Para ello, es necesario tomarnos un tiempo para vernos; es decir, elegir unos minutos durante el día y observarnos: ¿cómo te sientes en ese momento? ¿qué es lo que estás pensando? y ¿qué sensaciones estás experimentando?
Quizá resulte difícil la primera vez que lo realices, ya que regularmente observamos nuestra persona con ojos que buscan encontrar o criticar únicamente lo negativo (defectos o errores) o lo positivo. Sin embargo, esta práctica implica reflexionar sobre los cambios que existen en nuestra persona según las condiciones o situaciones que se nos presentan, y en este sentido, notar que ante cualquier experiencia podemos desarrollar una actitud de receptividad, balance y paciencia. Este ejercicio incorpora la práctica de Mindfulness, es decir, llevar tu atención al momento presente sin juicio y con aceptación.
- Siéntate frente a un espejo en un lugar bien iluminado de modo que tu cara sea el punto de tu atención intentando relajarla lo más que puedas.
- Lleva tu atención a cada parte de tu cara (frente, ojos, mejillas, la nariz, los labios; incluye también tu cabello y las orejas). Nota lo que puedes ver de manera objetiva, sin juzgar. Considera por ejemplo lo siguiente: al mirar las arrugas el filósofo Emmanuel Lévinas comentaba “son lugares en los que la cara ha dejado una huella de sí misma”.
- Nota y sé consciente de los comentarios internos de agrado o desagrado sobre ti mismo; así como lugares en tu cara o en algún otro lugar en tu cuerpo en donde experimentes incomodidad, tensión o cualquier otra sensación. Observa qué pensamientos vienen a tu mente y si te enganchas con alguno, o en todo caso, si alguno de los pensamientos o emociones se relaciona con las sensaciones que experimentas.
- Nota y suelta la tensión que experimentes en tu cuerpo; para ello puedes notar la topografía de tu cara, cambiarla intentando estar más relajado así como con la postura de tu cuerpo ¿qué cambios observas?
- Observa nuevamente tu cara de forma particular: con amabilidad o gentileza. Lleva tu atención de forma similar a la que una abuela llevaría a la cara de un nieto a quien ama profundamente.
Comparte este artículo
Testimonios